-¿Qué sientes al escuchar mi voz? +Si te digo que cada vez que la escucho el corazón me da un brinco, ¿qué me dices? -Pues que tienes que ir al cardiólogo... +Jajaja! Qué tonto. +¡Qué mono! -Tú sí que estás preciosa.
Aquella conversación, aquella liberación, aquella vez que creí cometí en un error, y ahora no me arrepiento de nada de lo ocurrido. Gastaré toda la inspiración de la noche en decirte que escuchar tu voz también fue un placer. Ella me decía que era como un libro cerrado, que no podía comprenderme, que no podía saber nada de mí, pero te aseguro que anoche fue mágico. En seis meses intercambiamos cuatro palabras, y ahora me encuentro ante la situación de que quiero volver a hablar contigo, pero hay más cosas que me lo impiden de las que puedo superar. Mi corazón también brincó al verte y al escucharte, era como si de repente todas tus cartas, todas tus letras, los textos que guardo tuyos, cobrasen aún más vida y se posicionasen ante mí. Quizás no es la mejor conversación que he tenido, pero también te aseguro que no la olvidaré, y espero que tú tampoco.
Aquella conversación, aquella liberación, aquella vez que creí cometí en un error, y ahora no me arrepiento de nada de lo ocurrido. Gastaré toda la inspiración de la noche en decirte que escuchar tu voz también fue un placer.
ResponderEliminarElla me decía que era como un libro cerrado, que no podía comprenderme, que no podía saber nada de mí, pero te aseguro que anoche fue mágico. En seis meses intercambiamos cuatro palabras, y ahora me encuentro ante la situación de que quiero volver a hablar contigo, pero hay más cosas que me lo impiden de las que puedo superar.
Mi corazón también brincó al verte y al escucharte, era como si de repente todas tus cartas, todas tus letras, los textos que guardo tuyos, cobrasen aún más vida y se posicionasen ante mí. Quizás no es la mejor conversación que he tenido, pero también te aseguro que no la olvidaré, y espero que tú tampoco.